Cuando contemplo una estatua que representa a una persona percibo en ella una especie de dualidad, de esquizofrenia, de como mínimo una doble personalidad.
Sócrates ya estableció (y no es el único) que existe una relación muy estrecha entre el cuerpo físico de la estatua y el alma del representado, En tiempos de los egipcios ya se consideraba a los escultores como los artistas que dotaban de inmortalidad a la persona representada.
Pero yo percibo también que en esa materia, en esa piedra de la que está hecha la estatua, también está atrapada o como mínimo representada, el alma del artista que la esculpió. Es una percepción.
Cuanto más sabes teóricamente de arte, menos percepción tienes. Me di cuenta en Florencia contemplando el David; mi cabeza empezó a analizar los detalles técnicos, sobretodo la desproporción entre cabeza y cuerpo, una despoporción buscada para que la estatua fuese contemplada a cierta distancia y desde una posición más baja; ese análisis limitó la sensación de belleza
Cuanto más sabes, menos ves
Enric Aulí M.